Aclaratoria: Este post forma parte de una campaña patrocinada por AVEENO®.
De mi niñez recuerdo varias cosas, en especial las tardes en casa de mi abuela mamaota. Para las que la conocieron saben que no era raro encontrarla en la cocina, en especial a eso de las 5 de la tarde preparando la cena de mi abuelo, avena.
El proceso era bien sencillo e incluía remojar las hojuelas de avena y cocinarlas en la estufa con mucha calma y sin apurarla. Ella hasta tenía una olla destinada para eso.
La principal razón detrás de ese menú para la cena, era la salud del corazón de mi abuelo, ya que le fue recomendado comer a diario tres gramos de fibra soluble de avena, para tener una dieta baja en colesterol y grasas saturadas y así disminuir el riesgo de enfermedades del corazón.
Por su lado, recuerdo que mi mamá preparaba el tetero de mi hermana menor precisamente con avena pulverizada. Ella le colocaba leche y también tenía una olla destinada para cocinarla y hasta un envase donde la guardaba cuando estaba lista. Ella prefería pasar por el trabajo de cocinarle el tetero a mis hermanas, porque era algo natural y nutritivo, en vez de comprar el alimento enlatado lleno de quien sabe que otros ingredientes.
Conforme fui creciendo me di cuenta que la avena servía no solo como alimento, sino como remedio casero y hasta para mascarillas de belleza.
Cuando estaba en mis años de adolescente, más de una tarde me la pasé mirándome al espejo y aplicándome esas mascarillas caseras que mi abuela compartía conmigo, ya que la avena ayudaba a calmar esa resequedad y picazón que dejaban atrás los productos para el acné.
La avena no falta en mi cocina, la comemos para el desayuno, para hornear galletas o armar albóndigas de carne, ¡sí!, en vez de pan yo le agrego avena. También está presente en mi rutina de cuidado personal, al bañarme con el AVEENO® Daily Moisturizing Body Wash y para mantener mi piel hidratada con la AVEENO® Daily Moisturizing Lotion, la cual está siempre en mi mesita de noche (aunque tengo otra en la cocina).
Para mí la avena es un regalo de la naturaleza que conocí gracias a mi abuela y mi mamá, es un ingrediente que se ha ganado su lugar en mi despensa y que busco en productos de belleza. Es el aliado perfecto para estar sentirse y verse bien de adentro, hacia afuera.
¿Te gusta la avena?