Los meses fríos traen consigo muchos retos en cuanto a la piel se refiere. Recuerdo cuando mi pequeño Kung Fu Baby Boy nació en pleno diciembre y tuvo que ser hospitalizado en la unidad de cuidados intensivos neonatales, donde cada vez que lo visitábamos debíamos lavarnos muy bien las manos, llegó un momento entre el frío característico de la época, aunado al constante lavado de las manos, mi piel sufrió de tal manera que de repente los nudillos empezaban a sangran.
Las cremas comunes no parecían ayudarme, así que imagínense lo doloroso e incomodo de la situación. Después de esa época mi piel no volvió a ser la misma, al principio pensaba que era cuestión del embarazo y los cambios hormonales, pero ahora que ya han pasado varios años me doy cuenta que realmente la situación se agrava cuando llega la hora de usar ropa abrigada.
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