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El nacimiento prematuro es parte de mi experiencia como madre y gracias al cuidado prenatal que recibí tuvo un final feliz. Recuerdo que al alrededor de las 34 semanas me toco dejar de trabajar porque me empecé a sentir muy mal y mi partera decidió que era mejor chequearme semanalmente para asegurarse de que todo iba bien.
En mi semana 36 las cosas fueron de mal en peor y durante mi cita semanal fui enviada directo al hospital para ser monitoreada. Llegué vomitando y sumamente asustada porque mas allá de no estar preparada para recibir a mi bebé, sabía los riesgos y complicaciones a los que me podría enfrentar si ese escenario se hacia
realidad.
realidad.
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