Este post forma parte de una serie sobre el embarazo, nacimiento y post parto de mi tercer hijo. Para leer la Parte I haz clic aquí.
El Lunes me levanté bien tempranito y me fui al trabajo para aprovechar el día y así hacer mis ocho horas antes de irme a mi cita con el ginecólogo, la cual no solo era de chequeo, sino también era el pre-operatorio.
Ese día estaba más lenta que nunca, realmente tenía la corazonada de que esa noche no iría a casa al salir de la consulta, sino al hospital como me había pasado con Oliver (Historia del Nacimiento de Oliver Parte I y Parte II).
Lo más cómico es que yo tenía una cita en el quiropráctico y la cancelé porque me imaginé lo que venía.
Cuando la asistente del médico me chequea la presión me la encuentra elevada. Llama a la doctora y ella también me la encuentra elevada.
Yo había pedido que la doctora que me hizo la cesárea de Oliver, fuese la misma que me hiciera la de este bebé si llegaba a necesitarlo, así que ella estaba familiarizada con mi caso y sabía de mis antecedentes.
La doctora me miró y me dijo: “tienes la presión muy alta y no quiero que te vayas manejando sola a tu casa y pases la noche con esa presión tan alta, mejor vete al hospital y te hago la cesárea hoy mismo”.
Como almorcé al medio día, teníamos que esperar mínimo 8 horas para poderme hacer la cesárea, así que me dijo que me fuese al parqueo, llamara a mi esposo y le avisara que había llegado el momento de conocer al bebé y de saber si era niño o niña.
Salí del consultorio sorprendentemente tranquila pero a la vez súper emocionada porque había llegado el momento en que por fin iba conocer a mi bebé; iba a saber si era niña o niño, a saber cómo era, a quien se parecía y a mi poder llamarlo por su nombre.
Cuando me fui al estacionamiento, lo primero que hice fue llamar a mi esposo y la verdad cuando le fui a decir: “es el momento” estaba tan emocionada que empecé a llorar de la emoción porque a pesar de que no iba tener el vBAC, iba por fin a conocer a mi bebé.
Fue una sensación muy extraña porque no la tuve cuando me dijeron la primera vez que me iban a hacer cesárea. Sorprendentemente mi esposo también se emocionó mucho de saber que esa noche se acaba el misterio.
La llamada a mi esposo la hice a eso de las cuatro de la tarde, así que tenía un buen rato hasta que llegase el momento de la verdad y como él trabaja en construcción y la obra está a un poco más de una hora de casa, le dije que se fuese directamente a casa, le avisara a los nenes, se bañase y por supuesto me trajera la maleta del hospital, la cual tenía lista desde que había cumplido las 36 semanas.
Luego le avise a mi mamá que no se preocupase, pero que esa noche me iban a hacer la cesárea y a mis hermanas y a mi papá también les avise por el whatsapp para que estuvieran al tanto.
Mi esposo camino a casa y con tarea. Yo por mi parte me fui al hospital que queda justamente cruzando la calle, pero en vez de irme al área de maternidad, me fui a mi oficina (yo trabajo en la farmacia del hospital donde nació el bebé) y aproveché para poner el mensaje de ‘out of office’ en mi email, también llamé a mi jefe para avisarle que no iba a regresar hasta dentro de doce semanas y por último notifiqué a recursos humanos para que empezara a correr mi permiso de maternidad.
Apague mi computadora, agarre mi bolso y bajé al primer piso donde está OB Triage para ser admitida. Cuando llegué me estaban esperando así que el proceso fue súper rápido gracias a que la doctora había llamado con anterioridad para asegurars que me programaran para las ocho de la noche.
Una vez terminado el papeleo y que me pusieron todas las pulseras de identificación, me escoltaron hasta el quirófano, no sin antes encontrarme a la enfermera que me había atendido el fin de semana anterior y darme un fuerte abrazo cuando le dije que había llegado el momento.
¡Llega la hora de la verdad!
Llegué al cuarto de recuperación del quirófano de maternidad, ya que ahí es donde lo preparan a uno y luego de la cesárea, lo regresan a ese mismo cuarto para monitorear que todo haya salido bien. La enfermera me pidió que me bañase con un jabón antiséptico y me dio instrucciones de cómo aplicarlo, cuánto tiempo dejarlo y cómo enjuagarme.
La ducha me vino caída del cielo porque estando en pleno verano, embarazada y luego de haber trabajado desde las 6:30am, pues digamos que necesitaba refrescarme.
Luego de la ducha empezaron a colocarme la vía para todo lo que me tenía que pasar por la vena pero como tenía la presión alta, cada vez que me encontraban la vena y metían la aguja, la vena explotaba. En total creo que me pincharon unas 8 veces antes de ir al quirófano, luego la anestesióloga necesitaba una mejor vía y me pinchó de nuevo en plena cesárea y si la memoria no me falla, una vez llegue al piso de post parto me tuvieron que encontrar otra vena. Quede como un colador y tan moreteada, que no se me fueron por semanas los hematomas.
Resuelto el tema de la vía, empezaron a desfilar todas las personas que iban a estar a cargo de mi. Me preguntaron si iba a dar pecho, si mi esposo quería cortar el cordón, y ahí fue cuando aprovechamos a decirles que no sabíamos si era niño o niña, pero que yo quería que fuese mi esposo quien me dijera una vez naciera el bebé.
También aproveche a pedir que guardaran mi placenta porque me la iba a llevar, así que firme unos papeles y lo anotaron en mi historia para no olvidarse.
Creo que mi esposo llegó a eso de las seis y media más o menos y ya para las siete de la noche tocaba el cambio de turno, así que entraron las dos enfermeras que estarían en la cesárea.
¡Sorpresa! Una de las enfermeras me atendió ese sábado que fui por el dolor de cabeza, pero más especial aún fue el ver a la otra enfermera, a quien veo siempre por los pasillos cuando llego al trabajo y ella se va y fue quien estuvo conmigo las tres noches que estuve hospitalizada cuando tuve a Oliver, además de que nuestros hijos van a la misma escuela.
No podían mantener mi presión en los rangos que querían, así que las 8 de la noche llegaron y yo seguía en el cuarto, a es de las 8:30pm mas o menos creo que por fin mi presión cedió y me llevaron a quirofano.
Yo me sentía sumamente emocionada y TAN diferente a la última vez que había recogido ese mismo pasillo. Estaba mucho más calmada, no tenía miedo y sobre todo me sentía agradecida de poder contar con la medicina moderna para salvar la vida de mi bebé y la mía.
Mi cesarea era necesaria.
Me pusieron la anestecia, el catéter y cuando ya estaban listos apareció mi esposo.
Empieza la Cesárea
TODOS en el quirófano estaban tan emocionados de que no supiéramos si era niño o niña y de que yo deseaba que el papá anunciase el sexo del bebé y no la doctora, que hasta el equipo de anestesia le recordaba constantemente al resto que no fuesen a abrir la boca y que dejasen a Marcelo hacerlo. Me sentí muy aceptada y respetada realmente, todos hicieron hasta lo imposible para que entre todo, yo siguiese sintiendo que se cumplian mis deseos.
Una vez empezó el forcejeo en plena cesárea, recuerdo que todos, incluso la anestesióloga estaba como muy pendiente de cómo me sentía y de explicarme lo que iba pasando. Hay un momento muy particular durante la cesárea en la que tú sientes que tienes un elefante literalmente sentado en el pecho y no puedes respirar; pero no es que no puedes respirar, sino que la presión de los médicos y de todo el equipo forcejeando para sacar el bebé hace que te sientas ahogada, así que recuerdo a la anestesióloga a mi lado durante todo ese momento tratando de que mantuviese la calma y no entrara en pánico.
Como ella estaba tan cerca de mí como mi esposo, se asomó por encima de la cortina azul y me dice: OK, ya vas a conocer a tu bebé y yo podía escuchar a todos los del equipo recordándose los unos a los otros de no decir nada hasta que mi esposo viera si era niño o niña.
OK papá, es hora de que mires.
Mi esposo se levantó de la silla donde estaba sentado y miró por encima de la cortina y se empieza reír con mucha picardía, yo lo miro y le digo, OK dime que es y él se sigue riendo y le repito varias veces que me diga (si, me torturó esos segundos porque yo escuhcaba al bebé llorar pero no lo podía ver), entonces me dijo es otro varón.
Giovanni Nicolás Valenti nació a las 8:52pm del 23 de Julio, pesando 7 libras y 10oz.
¡Otro niño pensé!
Y la alegría y el alivio se apoderaron de mí y empecé a llorar, estaba como en las nubes, fue realmente un momento muy emocionante para mí porque, aunque yo pensaba que era una niña porque tuve un embarazo totalmente diferente a los otros dos, aunado a que todo el mundo me decía: ¡ojalá que sea la niña!, cuando Marcelo de dijo que era niño, como que se me quitó un peso de encima y literalmente pude visualizar a mis tres mosqueteros siendo los mejores amigos y correteando por toda la casa.
Bueno, mi esposo logró tomar un montón de fotos de hecho hay algunas donde literalmente se ve mi barriga cuando acababan de sacar al bebé, así que a pesar de lo rápido que son las cesáreas, logramos capturar muchos momentos.
Mi esposo cortó el cordón umbilical como lo hizo con los otros dos y mientras lo limpiaban, él se acercó a hablarle y Giovanni dejó de llorar cuando escuchó su voz. Yo lo podía ver desde donde estaba, así que mientras le tomaban los signos vitales y lo limpiaban, yo me disfrutaba el momento.
Una vez terminan me preguntan si lo quiero cargar y hacer piel con piel y dije que si, lo pusieron sobre mi pecho por un montón de tiempo mientras ellos continúan haciendo el resto de la operación y aprovechamos para tomar más fotos, incluso las enfermeras se ofrecieron y todo a tomarnos fotos, parecían parte de la familia y a pesar de que estaban haciendo su trabajo. No me puedo quejar, fue una experiencia sumamente enriquecedora y llena de paz diría yo.
Llegó un momento en el que yo me empecé a sentir un poco mareada por el tema de la anestesia y ahí fue cuando pedi que porfavor agarraran al bebé porque tenía miedo que se me cayera.
Una de las enfermeras lo agarro y se fue junto con mi esposo al cuarto donde pasaríamos la próxima hora bajo observación. Mientras, yo me quede en el quirófano para que terminaran la cesárea. No recuerdo exactamente cuánto tiempo pasamos separados, pero no fueron más de 15 minutos, porque a penas me llevaron al cuarto, mi esposo se quejó de que prácticamente no pudo estar con el bebé porque le estaban haciendo los chequeos de rutina.
Una vez en el cuarto de recuperación, una enfermera se quedó conmigo para chequear mis signos vitales y asegurarse de que todo iba bien. Yo pedí algo para la sed y me trajeron hielo, ya que después de la cirugía, es muy posible que tomar o comer sólidos desencadene una reacción poco placentera.
Mientras estabamos en el cuarto tambien me chequeaban la presión y yo aproveché para darle el pecho al bebé, debo confesar que al principio me sentí un poco rara, como oxidada, pero poco a poco todo empezó a fluir y se me hizo fácil.
Algo que se me olvidaba contar, es que el fin de semana que fui a emergencias, le había pedido a mi esposo que al nacer el bebé, quería que Bruno y Oliver fueran los primero en conocer a su hermanito y que tomara muchas fotos, pero que esperara a ese momento para compartirlas a la familia y amigos. De más está decir que mi esposo se estaba disfrutando el enviar mensajes anunciando el nacimiento, pero sin fotos y que muchos trataron de que él le enviara fotos ‘clandestinamente’, pero se mantuvo fuerte y solo al día siguiente todos pudieron ver fotos de Giovanni.
Como la placenta sólo podía permanecer por dos o tres horas en el hospital, mi esposo tuvo que manejar hasta casa y regresar, así que el se fue antes de que me llevasen al cuarto donde me quedaría el resto de los días
No estoy segura, pero creo que a eso de las diez y media me llevaron a la suite, yo sentía las piernas como dos bloques de hierro, pero de todas maneras no podía levantarme, ya que estaba recibiendo por vía intravenosa sulfato de magnesio para evitar convulsiones porque la presión seguía súper elevada y para estar del lado de lo seguro, tendría que pasar 24 horas con el medicamento y literalmente postrada en la cama.
Esas 24 fueron las más difíciles de mi vida y capaz de traumatizar a cualquiera. Primero que todo, al no poder levantarme de la cama, me sentaron sobre unos paños desechables que son como del mismo material de los pañales. Los cambiaban cada cierto tiempo, pero con todo y eso, se me cocinaron las nalgas y parte de la espalda y hasta ampollas me salieron porque ente el calor y el no poder levantarme, la piel literalmente se me estaba cocinando.
Debo aclarar que el sulfato de magnesio te hace sentir como borracha, así como cuando has pasado despierta muchas horas y no has podido dormir y encima te hace sentir que te estás cocinando, pero como el bebé estaba conmigo en el cuarto, no podía tener el aire acondicionado súper frío, así que sudaba como una loca.
Dejando ese pequeño percance, del que no me di cuenta hasta que me pude levantar, pase todo el día llamando a la enfermera porque la sonda que tenía no estaba drenando apropiadamente y como estaba tomando agua como loca (entre la sed de amamantar y el calor del sulfato de magnesio), se me llenaba la vejiga de orina y me dolía mucho.
Continua en la Tercera Parte….
Jeimy says
Hola en cual hospital te hicieron la cesárea?
Maybelline Valenti says
Hola Jeimy! Me hicieron la Cesárea en HealthPark Medical Center en Fort Myers, Florida