Sin saberlo, desde pequeña aprendí los beneficios de la Linaza, ya que ésta no podía faltar en la nevera de mi abuela, ni en su dieta por supuesto. Recuerdo que solía comprar un pan integral con linaza que me encantaba; me lo preparaba tostado con un poquito de mantequilla y esa era mi merienda con un café con leche.