Ser una mamá que trabaja fuera de la casa tiene sus beneficios, pero también trae consigo una carga emocional muy grande; mejor dicho, una culpa que no se va y con la cual tengo que enfrentarme todos los días a la hora de dejar a mi pequeño en manos de extraños. Yo tuve la suerte de poder estar en casa con mi pequeño Kung Fu Baby Boy los primeros dos años de su vida, sin embargo esa sensación de no estar presente en su día lo suficiente es fuerte.
Ver cómo mi pequeño crece tan rápido frente a mis propios ojos me ha hecho reflexionar y tomar cartas en el asunto, ya que aunque no puedo evitar tener que salir a trabajar, si puedo asegurarme de crear memorias que lo acompañen durante el resto de su vida.
La hora de ir a la cama es uno de esos momentos que tratamos sea un poco más acogedor y menos traumático, por un lado se crea la competencia entre padre e hijo a ver quien se cepilla los dientes más rápido y llega a la cama primero.
Luego cuando ya llegan a la cama, Marcelo trata de ganarle a Kung Fu Baby Boy haciéndole cosquillas (que duran unos buenos 5 minutos a veces) y viene la parte de acostarse con la cabeza en la almohada, pero por supuesto Kung Fu Baby Boy lo hace al revés para que el padre lo agarre de los pies y lo de vuelta como una panqueca.
Una vez se calman las aguas, entonces viene el momento de seriedad y viene un beso, un abrazo y pedir la bendición (justo en ese orden), primero lo hace Marcelo y cuando llega mi turno, por lo general apago la luz y nos damos un beso, un abrazo y Kung Fu Baby Boy me pide la bendición.
Seguidamente le pregunto qué canción quiere que le cante; al principio era solo ‘Los Pollitos Dicen’, pero ahora tenemos una versión de ‘Los Pollitos Carros’ la cual él inventó y solo dice eso, los pollitos carros.
También entre las peticiones está ‘Arroz con leche’, la cual cambio al final y digo ‘Contigo Brunito me casaré yo’, y él enseguida me corrige diciéndome que no es así, que la canción dice ‘Contigo mi vida me casaré yo’.
Otra que le suelo cantar es la de ‘La Manzana se pasea’, esa me gusta cantársela porque la canción dice: ‘Mi abuelita me curó con un beso y un pastel’ y es una manera de tener a mi mamá siempre presente, porque él asocia abuelita con mi mamá, ya que a mi suegra le dice es Abu.
Ese es la rutina más constante que tenemos a la hora de acostarlo a dormir; a veces leemos, pero lo que seguro siempre hacemos es cantar mucho más que una canción. ¡Ah! Y que no se me olvide taparle los pies.
¿Tienes alguna rutina especial a la hora de acostar a dormir a tus peques?
CARMEN IGLESIAS says
hola, a mí me gusta mucho contarle un cuento, desde bien pequeño esa es nuestra rutina, elegimos un cuento y después lo tapo, un beso y a dormir. Ahora como está empezando a leer, para tener 5 años lee bastante bien, hemos empezado a que lea él una parte y nosotros le ayudamos cuando le vemos un poco cansadito.