Este episodio es muy emocional para mi, no solo porque hablo del nacimiento de mi primer hijo, sino de mi experiencia con la bilirrubina alta o ictericia y, de como en la primera navidad de mi bebé no pude siquiera cargarlo, solo darle de comer, cambiarle el pañal y tomarle la temperatura. También hablo de como su estadía en el NICU afecto no solo mi estado emocional, sino la lactancia materna.
Hoy quise contar mi historia con la esperanza de que pueda ayudar a otra mama, sobre todo porque me hicieron intervenciones que jamás había escuchado y que no conocía a nadie que hubiese pasado por ese mismo proceso.
Yo realmente me case muy joven y tanto mi esposo como yo queríamos esperar a tener hijos, sobre todo porque no habíamos tenido un noviazgo ‘normal’. Luego de quedar de acuerdo esperamos a que sus hijos del primer matrimonio nos visitaran, para poder empezar a buscar.
Antes de casarme yo me cuidaba con pastillas anticonceptivas, sin embargo, pronto me di cuenta que no eran la mejor opción y en una visita a Venezuela, mi ginecóloga de allá me puso el DIU.
Cuando decidimos empezar a buscar bebe, me encontré con el problema de que necesitaba sacármelo para poder quedar embarazada, pero sin seguro y ni siquiera un medico de cabecera, termine yendo a un Walk-in Clinic para poder removerlo.
Empezamos a buscar bebes y realmente quede embarazada de una vez, de hecho, mi esposo fue quien empezó a insistir que me hiciera la prueba porque para él, yo estaba embarazada. La primera prueba dio negativa, pero luego de esperar unas semanas, la segunda prueba si dio positiva.
El positivo trajo la necesidad de buscar cuidado prenatal y así fue como llegué a un centro comunitario que ofrecía servicios de ginecología y obstetricia. Ahí fue cuando me di cuenta que no era necesario ver a un ginecólogo, sino que podía verme con una partera o midwife.
La idea me encantaba, sin embargo, muchos en mi familia no podían concebir que no estuviese bajo el cuidado y monitoreo de un medico.
Todo el embarazo fue un sueño, no tuve ningún tipo de síntoma, excepto que siempre tenia sueño y quería dormir a cada rato. A las 35 semanas me dan reposo y dejo de trabajar porque se me estaba subiendo la presión.
A las 36 semanas, justo la noche antes de mi chequeo regular, tenia la presión alta y empecé a vomitar. Mi mamá fue quien manejó hasta la cita, quien por cierto es nerviosa por naturaleza y no tenia la menor idea donde quedaba el centro, así que entre vomito y vomito le daba instrucciones.
Me revisan y le digo a la partera que todo me pica. Me mandan de una vez al hospital porque tenia la presión muy alta. Una vez en el hospital me dicen que me van a inducir, primero por el tema de la presión y segundo porque mi hígado estaba comprometido y por eso me picaba todo.
Alrededor de las 10am empieza la inducción, lo primero que me pusieron fue el Cervidil para aflojar el cérvix, sin embargo, me aclararon que por las próximas 12 horas no me podía parar de la cama, ni comer bocado.
Pasaron las 12 horas y pude ducharme y comerme un sándwich que me supo a gloria porque tenia muchas horas sin comer. Realmente dormí muy poco porque me estaban monitoreando la presión cada 15 minutos, así que llego un momento que tuve que pedir que me cambiaran el brazo porque lo tenia todo machucado y se me habían explotados algunos vasitos.
Llega el Viernes y el medico me revisa y sigo igual, así que me pone un Foley Bulb, una especie de catéter que en la punta de adentro tiene una especie de globo que se infla con solución salina para que haga las veces de la cabeza del bebe y ayude con la dilatación. Fue incomodo y doloroso, así que cuando finalmente le pone el contrapeso al final, yo no lo pude tolerar y mandé a mi esposo a que llamara a la enfermera, sin embargo, en memos de 20 minutos el globito solo se salió, por lo que ya había dilatado 3 centímetros.
Amanece el Sábado y justo en el cambio de guardia aparece el doctor y yo seguía exactamente igual, así que sugiere romper fuente para acelerar el proceso. Yo accedo y enseguida comenzaron las contracciones fuertes que me partían en dos.
Le pedí a mi esposo que llamase al anestesiólogo y en un santiamén me pusieron la epidural. Estoy casi segura que le pusieron otras cosas a esa epidural porque yo sentí como me iba desvaneciendo, hasta que quedo todo negro.
Dormí hasta el medio día y realmente siento que necesitaba ese descanso porque mi mente y el cansancio estaban impidiendo que avanzara.
Al rato de haberme despertado, sentí ganas de pujar y le dije a la enfermera, ella medio se burlo, pero al insistirle me chequeo y quedo asombrada de que ya estaba en 10 cm.
Empezaron a preparar todo y me toco avisarle a mi esposo que regresara porque había ido junto a mi mama y hermana a almorzar.
Regresaron y empecé a pujar. En total puje por 3 horas y 20 minutos en total, así que perdí la cuenta de cuantas veces pujé. Finalmente nació y me sentí súper poderosa porque lo habíamos logrado.
El lunes cuando nos dieron el alta, lo hicieron con la condición de que lleváramos al bebe a sacarle la sangre para chequear sus niveles de bilirrubina, porque, aunque estaban algo elevados, no eran lo suficiente para dejarlo en el hospital.
El miércoles recibimos la llamada de que por favor lo lleváramos al hospital que nos estarían esperando. Mi esposo tenia que trabajar, así que me toco estar junto a mi hermana y sujetar al bebe mientras le encontraban la vena para sacarle sangre.
Los resultados arrojaron que sus niveles de bilirrubina estaban en 27 y debía ser hospitalizado. Lo llevaron al NICU y le hicieron una transfusión e intercambio de sangre, donde la enfermera saca sangre de la vía a través del ombligo, y por el otro lado el medico empuja sangre fresca para buscar reducir los niveles.
Su primera navidad no pude cargarlo porque todavía tenía la vía y solo podía cambiarle el panal, darle de comer y tomarle la temperatura. Fueron días muy difíciles.
En total pasó 13 días en la Unidad de Cuidados Intensivos Neonatales.
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