Como me hubiese gustado pasar por mi adolescencia sabiendo lo que sé ahora; lo digo principalmente porque fue una época bien difícil para mí, sobre todo en lo que a percepción de mi imagen y autoestima se refiere.
No era popular, tampoco la preferida de los profesores (ni siquiera podían pronunciar mi nombre y a veces directamente ni lo recordaban). El acné no ayudaba mucho, tampoco los lentes ni los kilos de más; sentí una necesidad imperiosa de esconderme de toda actividad que involucrara interactuar con otros para no hacer más notorios mis defectos.
Por suerte siempre conté con mi familia y amigas que me apoyaban, me ayudaban y sobretodo me querían por mí misma, por mi forma de ser y de pensar, por ser una pieza importante que balanceaba nuestra amistad.
Mirando hacia atrás me doy cuenta de lo tonta que fui, por haber dejado que mi apariencia se interpusiera en mi camino, que la falta de autoestima no me permitiera disfrutar al 100% de esa época tan mágica.
Hoy en día tan solo el 11% de niñas en edades entre 10 y 17 años utilizan la palabra bella para describirse a sí misma. Como madre esto me preocupa, porque creo que estamos ejerciendo una presión impresionante en el futuro de la sociedad con algo tan superficial como lucir bellas.
Es cierto, todas pasamos por eso, pero cuando una criatura de 10 años dice que no quiere comer porque no quiere ser gorda, tenemos un problema; un problema de autoestima que puede acarrear trastornos a mediano plazo que pueden ser fatales si no son descubiertos y tratados a tiempo.
Quizás a veces no nos damos cuenta, pero si nosotras mismas nos llamamos gordas, hablamos de los demás y los etiquetamos como gordos, ¿adivina qué?, nuestras hijas harán exactamente eso, acosar a sus compañeras llamándolas por nombres y agredirse así mismas pensando que están gordas, que no sirven para nada porque tienen unos kilos de más o de menos, que son esto o son aquello.
En vista del problema, Dove ha decidido tomar cartas en el asunto y ha creado Hablemos, una campaña enfocada a niñas para ayudarlas a sentirse seguras de sí mismas, pero también para promover la belleza en todo su esplendor y la autoestima.
Te invito a que juntas les enseñemos a nuestros hijos que somos mucho más que un número en la balanza, que somos seres humanos que tenemos muchas cosas para dar que no tienen que ver con algo tan fugaz y frívolo como la apariencia física. Que no somos un pedazo de carne que se exhibe en la carnicería para ser llevado por el mejor comprador y, que el color de nuestra piel, nuestra etnia, acento o incluso ese impedimento físico nos hacen únicos e irrepetibles.
Hablemos, escuchemos y guiemos a nuestros hijos, pero nunca dejen de practicar lo que predican.
¿Trato hecho?
Disclosure: This is a compensated post in collaboration with Dove and Latina Bloggers Connect.
